Cookie Control

This site uses cookies to store information on your computer.

Some cookies on this site are essential, and the site won't work as expected without them. These cookies are set when you submit a form, login or interact with the site by doing something that goes beyond clicking on simple links.

We also use some non-essential cookies to anonymously track visitors or enhance your experience of the site. If you're not happy with this, we won't set these cookies but some nice features of the site may be unavailable.

(One cookie will be set to store your preference)
(Ticking this sets a cookie to hide this popup if you then hit close. This will not store any personal information)

About this tool

About Cookie Control

         

A Muerte Devagar

A Morte Devagar (Martha Medeiros)

Muere lentamente

quien se transforma en esclavo del hábito,

repitiendo todos los días los mismos trayectos,

quien no cambia de marca,

no arriesga vestir un color nuevo

y no le habla a quien no conoce.

 

Muere lentamente quien evita una pasión,

quien prefiere el negro sobre blanco

y los puntos sobre las "íes" a un remolino de emociones,

justamente las que rescatan el brillo de los ojos,

sonrisas de los bostezos,

corazones a los tropiezos y sentimientos.

 

Muere lentamente quien no voltea la mesa,

cuando está infeliz en el trabajo,

quien no arriesga lo cierto por lo incierto

para ir detrás de un sueño,

quien no se permite por lo menos una vez en la vida,

huir de los consejos sensatos.

 

Muere lentamente quien no viaja,

quien no lee, quien no oye música,

quien no encuentra gracia en sí mismo.

 

Muere lentamente

quien destruye su amor propio,

quien no se deja ayudar.

 

Muere lentamente,

quien pasa los días quejándose

de su mala suerte o de la lluvia incesante.

 

Muere lentamente,

quien abandona un proyecto antes de iniciarlo,

no preguntando de un asunto

que desconoce

o no respondiendo

cuando le indagan

sobre algo que sabe.

 

Evitemos la muerte en suaves cuotas,

recordando siempre que estar vivo

exige un esfuerzo mucho mayor

que el simple hecho de respirar.

 

Solamente la ardiente paciencia

hará que conquistemos

una espléndida felicidad.